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LIBRO GRANDEZA 2021

GRANDEZA

Nací en 1982 y me crié en el barrio Madrileño de Villaverde Bajo. Mis padres estaban siempre trabajando y yo pasaba todo el tiempo en la calle, jugando al fútbol en un descampado, con los colegas del barrio.

Eran los 90 y la ‘quinta del Buitre’ estaba en todo lo alto. Mis colegas y yo soñábamos con ser como Butragueño, Sanchís, Pardeza, Gordillo o Buyo.

Por aquel entonces, Villaverde era un barrio bastante marginal, con problemas de droga y delincuencia, así que el fútbol se convirtió en una gran alternativa para mi generación.

Mi padre fue durante muchos años entrenador de equipos locales de barrio y, tanto mi hermano mayor como yo, llegamos a jugar en alguno de esos equipos. Mi hermano sí tenia talento y yo acababa en el banquillo, llenando el botijo de agua o jugando por ahí con los perros de los vecinos, aunque le ponía muchas ganas era bastanteo malo. Así que ahí terminó mi carrera como “pichichi de barrio”.

A los pocos años, mi padre y mi hermano se hicieron árbitros de fútbol. A día de hoy mi hermano sigue siendo informador y mi padre ya está jubilado. Recuerdo, con mucho cariño, acontecimientos casi festivos, los derbis, los clásicos y los partidos de final de liga o de la selección Española, en el salón con mi padre con un casco puesto en el oido escuchando la radio a la vez que se veía el partido en la televisión y mi hermano gritando o besando la televisión dependiendo del resultado del partido.

Recuerdo, cuando el Madrid ganaba la liga, bajar a la calle con los vecinos a celebrarlo con los claxon de los  coches  y con música a gran volumen sobre todo flamenco, rumba y rap.

Después de mi corta “carrera” como futbolista en alevines e infantiles, llegó el amor por el graffiti. Recuerdo los míticos graffitis de Muelle que había por diferentes lugares de Madrid, algunos años antes me  había llamado la atención el trabajo de Muelle. Recuerdo todavía la pieza que tenia en la entrada de la estación de Atocha en uno de los túneles, siempre pegaba la frente al cristal para verla cuando iba con mi padre en el tren al rastro a cambiar los cromos de fútbol y ver si volvíamos a casa con algún fichaje de los que eran muy difíciles de conseguir.

En mi barrio había muchos chicos mayores que escribían Graffiti. Entre sexto y en séptimo de EGB empecé a practicar mis primeras firmas en los cuadernos del colegio y a hacer mi primeros bocetos. Hacía dibujos en la pizarra de clase con tizas de colores en las tutorías e incluso fabricábamos rotuladores con los tubos de los carretes de fotos y los borradores de la pizarra que rellenábamos con la laca de bombilla que utilizábamos en las clases de plástica.

Influenciado por lo que veía por mi barrio, lo que veía en la televisión como la serie del El Principe de Bel-Air, empecé a hacer mis primeras pintadas en la calle. Primero tags, luego pompas y, al poco tiempo, piezas.

Tuve como referencia a Muelle. Seguramente el primer graffiti que vi fue suyo, fue pionero y precursor del grafiti en nuestro país.

En aquellos tiempos no existía el concepto de arte urbano ni de artista urbano. Muelle convirtió la repetición en arte, a través de su mítica firma, con un estilo propio y muy reconocible. Pero además, era el mejor eligiendo spots donde exponer su trabajo. Por encima de todo me fascina su figura y su forma de vivir, además de su integridad como artista.

En aquellos años mediados de los 90 (con Muelle fallecido en 1995), teníamos muchas ganas de crecer y evolucionar en el graffiti. No había internet y la manera de influenciarnos y conocer más sobre el graffiti era salir del barrio y movernos por diferentes sitios de Madrid como Alcorcón, Móstoles, Fuenlabrada o Aluche.

En Alcorcón vi por primera vez los murales de Zeta.

En 1996 pinté mi primera pieza como “Jeosm” y surgió la necesidad de documentar mi trabajo con fotografías. Por aquel entonces había una cámara familiar en casa y me la llevé para hacer fotos a piezas pintadas de noche. Al revelarlas, todas estaban subexpuestas. En la tienda de fotografía me hablaron de flashes, ISO y distancias focales. Después de aprender algo sobre estos conceptos ahorré para comprarme una Olympus y con esta cámara por fin podía capturar todos los momentos que vivía en la cultura del  graffiti y las piezas que hacia.

A los años me empezó a apasionar todo lo relacionado con la fotografía. Me compré mi primera cámara digital Réflex con el dinero que había ganado haciendo la decoración con graffiti de un local comercial.

En 2007 me apunté a una escuela de fotografía de barrio, que tenía un plató fotográfico. El profe me lo prestaba y empecé a hacer fotos a mis colegas, relacionados con el rap y el graffiti. Esto me abrió la posibilidad de trabajar con bastantes raperos de renombre en aquella época, incluso publicaron algunas fotografías mías en algunas revistas, hice varias portadas para discos y fotos promocionales. También trabajé con diferentes marcas de ropa relacionadas con el Lifestyle y el Hip Hop.

Aquellas fotos, sin saberlo me abrieron la puerta al mundo de la publicidad.

Después de verlas, un publicista amigo mío Hosoi Monserrat me animó a hacer otro tipo de fotos. Poco después estaba haciendo una sesión con su agencia, Délamon Circus, para “Invierno en el Barrio Rojo”, una obra de teatro; mas adelante el primer catálogo para Adidas y, meses más tarde, estaba fotografiando a Iker Casillas y los jugadores del Real Madrid.

Creo que fue un paso natural porque el mundo urbano y el fútbol están íntimamente relacionados. Los futbolistas son las estrellas del pueblo. Estrellas como Cristiano Ronaldo, Benzema o Marcelo son referentes para los chavales del barrio, mucho antes que un premio Nobel. Creo que tiene relación con que muchos jugadores vienen desde lo más bajo. Igual que los raperos y los escritores de graffiti.

Muchos raperos incluso visten con camisetas de fútbol, demostrando que todo está relacionado.

El fútbol te hace sentir parte de una comunidad, tu propia ‘crew’. Al igual que en el graffiti o el Hip Hop, te hace parte importante y protagonista de un colectivo.

A lo largo de mi carrera he podido sentir la potencia del fútbol para conectar personas, a menudo desconocidos. Un escudo como el del Real Madrid te conecta a un público global, algo así como una familia, pero sin importar tu origen. Todo esto lo aprendí y normalicé desde bien pequeño cuando compartíamos pachangas de futbol, chicos de diferentes nacionalidades y razas. Ahí sólo importaba jugar en equipo y hacer de tus compañeros tu familia y personas en las que confiar.

Los valores que aprendí en la calle y en el barrio y años después en el graffiti y la cultura Hip Hop, como el compañerismo, la competición, la lealtad, la superación, el sacrificio,…

Capturar esa autenticidad y diversidad es lo que busco en mis fotografías. Buscar fotos sinceras, nunca impostadas, donde la persona se reconozca a sí misma y yo me sienta representado. Un acuerdo no escrito que firmo con quién posa frente a mi cámara, aquello que llamo ‘The true shoot’.

Para facilitar que este método de trabajo y este discurso acompañe mi labor necesito desarrollar esos puntos en común que tengo con los futbolistas, como es el mundo del tatuaje, la música, las zapatillas o el StreetLife.

En muchos de los shooting que componen este libro, las conversaciones con los jugadores y que se sientan cómodos han sido muy importantes.

Siendo sesiones muy rápidas en las que tengo que trabajar bajo mucha presión siempre he tenido claro que el humanizarlos, facilitaría mi curro, compartir música con ellos mientras les retrato, hablar con ellos sobre la ropa que vestimos o los tattoos que llevamos ha hecho que mi trabajo haya podido desarrollarse de manera mas fluida y que ellos se sintieran más cómodos delante de mi cámara llegando incluso a surgir cierta amistad con alguno de ellos. Conseguir en pocos  minutos que se sientan cómodos es algo que si no tuviésemos puntos en común me hubiese sido bastante más complejo.

En 2021 adidas lanza la segunda equipación del Real Madrid, inspirada en tags de graffiti y el barrio de Malasaña. Al verla supe que era la colección más cercana al mundo del lifestyle y la calle que habían hecho nunca. Una apuesta creativa para crear algo nuevo y veraz, dando la voz a gente real para presentar la equipación, de una manera nunca vista.

Después de 7 temporadas trabajando para este club y adidas siento un enorme orgullo de poder presentarte la equipación con un libro. Un proyecto fotográfico que me ha permitido colaborar con artistas que respeto y admiro como Zeta, Sins o Be Fernández. Aquí encontrarás fotos de archivo inéditas, trabajos no publicados, que resumen mi trayectoria vital y mi experiencia en el mundo del fútbol. Espero descubrirte una visión diferente sobre los futbolistas y sobre el retrato fotográfico, uno de los géneros que más me representan.

Aprovecho estas lineas para agradecerle la confianza a Andrea Ezquerro y todo el equipo de Délamon Circus por seguir confiando en mi trabajo y permitirme hacer este libro.

Y cómo no podía ser de otra manera rendir un sentido homenaje a la figura de Muelle, un artista urbano que supo inspirar a generaciones como la mía, al igual que nos hizo el Real Madrid.

Con este proyecto busco hilar tres épocas muy importantes de mi vida y que me han hecho ser quien soy hoy día.

Para mi Muelle es lo que el Real Madrid al fútbol y lo que adidas al LifeStyle. Estilo, constancia, referencia, trabajo duro y generadores de tendencias.

Poder contar en este libro con una obra inédita de Muelle que hizo hace 30 años es la mejor manera de  corroborar que el graffiti y el arte urbano siguen más vivos que nunca, y que mejor reflejo que esta camiseta del Real Madrid realizada por adidas.

Quién iba a decirme cuando jugaba al fútbol en un descampado de mi humilde Villaverde Bajo, que 30 años después sería fotógrafo y retrataría con mi cámara a jugadores tan grandes como con los que me crié de la mítica ‘Quinta del Buitre’.

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