FOTOGRAFÍA RETRATO EN CINE Y TELEVISIÓN
Las fotos de Jeosm
A cualquier hora en que lo pilles, Jeosm estará con una cámara de fotos y una gorra de béisbol con la visera hacia atrás dando sombra a la nuca.
Da igual que sean las nueve de la mañana o las cuatro de la madrugada.
Siempre suele tener la tentación de una foto por hacer y, además, no entiende de relojes.
Jeosm habla como camina: deprisa y soltando señales eléctricas a su paso. Así trabaja también.
Desprende una seguridad que da calma e intimida. No es de los que hablan mucho al modelo, sencillamente desmitifica con su autenticidad la impostura que también se acumula en su oficio.
Jeosm es un tipo hecho en las estribaciones del barrio de Villaverde Bajo.
En el pecho lleva, relampagueando, un colgante de plata con tres ex votos del mismo metal que dan cuenta de los tres ejes de su vida: una boquilla de aerosol, una cámara y un hueso (por sus dos perros). Es un superviviente de la calle.
De niño jugaba al fútbol. De joven comenzó a hacer pintadas. Conoce como nadie las penumbras del grafiti en Madrid.
Ha hecho miles de fotos a los pintores en acción. Y algunas de ellas las ha fijado en un libro necesario para adentrarse en el mundo de los muchachos del aerosol:
Guerreros urbanos.
Aquí despliega su estética cruda. Jeosm no adorna la vida, sino que recoge y acepta su dentellada. Sus retratos son feroces y aun así no rehúyen la ternura, que es otra forma de la verdad.
Es un tipo de una autenticidad brava y se acerca a la fotografía con el dictamen inteligente de retratar lo que ve sin adulterar lo que mira.
Antes fue repartidor, electricista, camarero… Ha aprendido de todas las fuentes que dan agua, por eso nunca sermonea. Su vida es lo que ves, porque él enseña por igual cicatrices y sonrisas.
Acaba de estrenar colección, Veritas. Un proyecto concebido como una serie de libros del que acaba de publicar el primero
-está en su web: jeosm.com-. Esta vez se fija en los breakdancers. Un trabajo de madurez donde Jeosm no se desentiende de nada de lo suyo, pero afina el concepto.
Aquí alcanza un ardor vibrante. Ama lo que ve y se le nota. En sus fotografías hay estilo propio, honestidad, arponeo de emociones.
La otra mañana lo escuchaba hablar del oficio y sus desengaños en la terraza del
Bar Santos -donde siempre- y lo vi trazar líneas rectas con los ojos para no perderse ni un haz de luz, ni el rastro de una sombra.
Es un especimen fabuloso. Si Jeosm te dispara, déjate atravesar.
Antonio Lucas. El Mundo 29-7-2021